jueves, 14 de abril de 2011

Zamora: Nuestro patrimonio cultural

 
El intangible:

Zamora goza de una gran cantidad de patrimonio cultural y de una historia local que bien vale la pena redescubrir y reescribir; dentro de nuestro patrimonio cultural intangible podríamos hablar de las culturas originarias del valle, en particular de los Tecos, quienes a la llegada de los españoles habitaban una parte importante del Valle de Tzirondaro, dicho grupo étnico a desaparecido en los albores del tiempo, pero existen importantes vestigios de carácter arqueológico en el cerro de Caticuato, en la comunidad de Canindo y en otros lugares fuera de nuestro municipio; Zamora, al igual que muchas ciudades de la república mexicana, comparte un pasado español, fundada como villa en enero de 1574, asume un  proceso de mestizaje muy importante, el mismo que le ha dado identidad a la nación mexicana; en su proceso de colonia y del México independiente, Zamora es merecedor de un gran Patrimonio intangible, en persona, voz y hechos de un sin fin de hombres y mujeres ilustres, de los que bien podemos destacar a Fray Manuel Martínez de Navarrete, poeta y humanista del siglo XVIII, a don Atenogenes Segale, poeta; al Dr. José Sixto Verduzco, ideólogo de la lucha independentista de México, donde su obra libertaria se siente plasmada en el primer congreso libre y soberano de México; a los Hermanos Alfonso y Gabriel Méndez Plancarte, grandes promotores del humanismo moderno en México; a Luis Padilla Nervo y Alfonso García Robles, dos grandes internacionalistas y diplomáticos mexicanos, donde el último de ellos se hizo merecedor del Premio Nóbel de la Paz en el año de 1982 gracias a los Tratados de Tlatelolco, vigentes hoy día y que no permiten armamento nuclear en América Latina; a don Gildardo Magaña Cerda, quién además de participar en la Revolución Mexicana fue gran ideólogo del movimiento zapatista; así en la modernidad también tenemos hombres preclaros de nuestro patrimonio intangible, en el arte, en las ciencias, en los deportes inclusive, y sobre todo en la generosidad del ser humano que nos caracteriza en el valle zamorano.
Un proceso de carácter histórico que deberíamos de valorar como zamoranos, es el hecho consumado, el 21 de noviembre de 1810, cuando por su paso por la entonces villa de Zamora, el padre de la independencia, don Miguel Hidalgo y Costilla, la eleva al rango de ciudad, quedando para los anales de la historia, contaran los cronistas de la época, cuando en un discurso lleno de emotividad el cura de dolores dice a la muchedumbre que lo rodeaba: ¡Viva la ilustre ciudad de Zamora!, quedando de facto dicho reconocimiento en la identidad de los zamoranos.

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